El desafío de pedalear Paraná
Andar en bici por Paraná parece una gran aventura: escasa señalización horizontal y vertical, calles en mal estado, subidas y bajadas pronunciadas. Automovilistas y ciclistas conviven en la misma vía, sin una demarcación clara o división que los separe y proteja. En un tiempo donde la bicicleta, como medio ecológico que es, podría colaborar con el ambiente y con las medidas necesarias de distanciamiento y movilidad por la pandemia, la ciudad se reveló (nuevamente) ineficiente para sostener este modo de movernos y de fomentarlo.
Subidas y bajadas
Nos tomamos un momento para hablar de este punto porque es algo que, constantemente se repite: en Paraná no se puede andar en bicicleta debido a las subidas y bajadas que el terreno presenta. En parte, podemos decir que es cierto, pero como sostiene el ingeniero Rafael Díaz, que trabaja en la cátedra de Introducción al transporte en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), “las lomadas más grandes de Paraná no están en el centro de la ciudad, que es donde más demanda existe.” Las subidas y bajadas y el calor litoraleño no son una buena combinación, no hay que ser ingenuo, pero no deben ser la excusa para un rotundo NO a la bici. “La forma en la que una sociedad se moviliza, dice mucho de la misma. Este es un problema cultural”, sostiene Victoria Lozano Rendón, Magíster en Estudios Culturales y creadora de la red abierta Voy en bici Paraná. Hacer ese cambio cultural necesita de dos componentes: el compromiso cívico y la decisión política de fomentar el uso y generar reglas claras para todos.
La bici como transporte
Desde nuestra visión, la bicicleta es principalmente un medio de transporte, y cumple un rol fundamental en el sistema de movilidad general. Hasta el día de hoy, en Paraná no se le ha dado realmente la importancia necesaria, no se ha planificado integralmente la infraestructura necesaria para las y los ciclistas y generado los sistemas de control. Como con el tránsito vehicular, no hay reglas claras por dónde y cómo transitar, lo que genera una anarquía en la vía pública, donde automovilistas, ciclistas y peatones compiten entre sí por el espacio. Falta educación vial para todos, es cierto, pero no podemos pretender que sólo con enseñar y castigar al infractor se resuelva el problema. El Estado debe primero ordenar y regular el sistema de movilidad y su infraestructura, para que éste nos lleve a cumplir con las reglas y no a romperlas.
El desarrollo de condiciones que fomentan y alientan el uso de la bicicleta resulta una estrategia valiosa y positiva para la implementación de un sistema de movilidad más sustentable y amigable con las personas y el ambiente. Ofrecer la posibilidad de usarla bajo normas de seguridad, con el equipamiento urbano necesario y facilitando su acceso, deben ser políticas presentes en toda gestión de la movilidad urbana, logrando un mayor nivel de multimodalidad, y siempre atendiendo y programando las acciones en estrecha relación con los demás medios de transporte, para potenciar así la intermodalidad.
Estacionamientos de bicicletas en puntos estratégicos de destino y en nodos de combinación, circuitos integrados que respondan a las demandas de circulación, recorridos simples y ágiles, con las correctas demarcaciones, la implementación de sistemas de renta temporal para uso de bicicletas u otros medios similares, son cuestiones a considerar para lograr un buen funcionamiento y apropiación (con el cambio de hábitos que implica) de esta modalidad de traslados. Y en el Plan Director de Movilidad que presentamos hemos desarrollado una serie de pasos para lograr todo esto.
Estacionamiento de bicicletas en los estacionamientos privados
Una carencia verificada en nuestra ciudad es la falta de lugares seguros donde estacionar bicicletas. Pero hay que tener en cuenta que existe normativa que exige a los estacionamientos privados disponer de cierto porcentaje de su capacidad o superficie para este fin. Por lo tanto, una de las primeras acciones que proponemos es incentivar y controlar la aplicación de la norma vigente. Cabe aclarar, que esta acción responde a una etapa inicial del Plan Director, donde aún no se han desarrollado mejoras sustanciales en la cuestión general del tránsito y la seguridad vial. Una vez hechas, podemos comenzar a pensar en estacionamientos públicos para bicicletas.
Bicicleteros públicos
En pos de ir incorporando la bicicleta como medio de transporte y dotar a quienes ya la utilizan de infraestructura correspondiente, seguidamente proponemos la instalación estratégica de bicicleteros públicos, que brinden algún sistema integrado de seguridad. Estarían ubicados principalmente en las plazas céntricas y en los sectores de mayor afluencia de gente y principales espacios recreativos de la ciudad.
Red de ciclovías
Las bicisendas o ciclovías siempre se han ofrecido como la solución para la movilidad en bicicleta. Proyectos de construcción de estas infraestructuras hay y hubo en Paraná, pero ninguno ha sido pensado en relación a otras políticas de ordenamiento y fomento de la bicicleta. Además, la mayoría de estos proyectos han hecho énfasis en el uso recreativo de la bici más que en su uso como medio de movilidad.
Por esto, proponemos sumar a los proyectos ya existentes, una red de ciclovías pensadas en relación al resto del sistema de movilidad, para así ofrecer condiciones de seguridad y alentar el uso de la bicicleta como medio de movilidad y a su vez avanzar en la multimodalidad en los traslados.
Ya habiendo desarrollado en las etapas anteriores del Plan Director políticas de incentivo del uso de medios como la bicicleta, proponemos así configurar un circuito de bicisendas o ciclovías, que permitan ir recolectando a los usuarios de este medio y llevarlos hasta la zona céntrica de la ciudad. En puntos estratégicos de los recorridos se instalan bicicleteros públicos para el estacionamiento, incluyéndose la modalidad de alquiler temporal de unidades, como se puede ver en el Plano 07. La lógica del diseño propuesta responde a criterios de accesibilidad e integralidad respecto a otros medios de movilidad, viculándolos entre sí y conformando un circuito con cobertura territorial sobre los puntos de mayor interés general.
Servicio de renta de vehículos individuales no motorizados o eléctricos
Como mencionamos antes, en paralelo a la conformación progresiva de la red de ciclovías, se propone la instalación de un servicio de alquiler de bicicletas u otros vehículos no motorizados o eléctricos para uso ocasional y temporario, desde estaciones dispuestas a tal fin a lo largo de los recorridos del sistema y en otro sitios de interés del espacio público. Esta modalidad, además, podría ser implementada como opción de negocio en las playas de estacionamiento privadas (disponer de un sector para estacionamiento). Y algo muy importante es que el sistema de alquiler debería poder ser pagado con SUBE, para poder integrar todos los medios de movilidad con mismo medio de pago, facilitando aún más su acceso.
De a poco, pero sostenidamente
Como con las subidas y bajadas de la ciudad, no creemos que las soluciones deban hacerse todas juntas, para luego caer nuevamente en la desplanificación y la anarquía de las calles. Todo el Plan Director está dispuesto en etapas, que poco a poco, van generando las condiciones para las siguientes. Y más allá de las intervenciones puntuales que expusimos aquí, entre todas ellas el Gobierno debe seguir haciendo las tareas cotidianas en relación a la materia: arreglar las calles, retirar cartelería en desuso y colocar la correcta, pintar las señalizaciones horizontales y por sobre todo, instruir, fomentar y controlar a peatones, ciclistas y automovilistas.
Desde Viking Bike Academy, haciendo referencia a Paraná, se sostuvo que “Los problemas son los mismos que en cualquier otra ciudad en Argentina, y la solución también es fácil: Crear calles para que el peatón, los ciclistas y el transporte público tenga prioridad sobre el auto particular. Una ciudad para las personas es una ciudad más segura, no solo en materia de seguridad vial, sino también ante robos: Cuando hay gente (y ojos!) en la calle, el ladrón lo tiene más difícil”. También se hizo una llamada a la acción: “Podemos solucionar el grueso de los problemas de movilidad en Paraná en 6 meses, pero requiere voluntad política”. Nosotros creemos que se demorará un poco más de seis meses, pero tenemos la voluntad política de hacerlo, y la plasmamos en el Plan Director de Movilidad para la ciudad.
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